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Taganga lo tiene todo !!

Taganga-lo-Tiene-Todo

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A quince minutos de Santa Marta, norte de Colombia, se encuentra un pequeño pueblo pesquero llamado Taganga, que con el tiempo se ha ido transformando en una parada obligada para los turistas que visitan el país cafetero. ¿Las razones? Muy buen buceo, prendidísima vida nocturna y sabrosa comida. Tres factores que gran parte de los viajeros que andan de paso por estas tierras (tan de moda por estos días) aprecia de sobremanera.

Pero además de eso, Taganga tiene ese encanto que tienen los pueblos chicos, en los que todo pasa alrededor de una calle principal. Esos en los que uno puede hacer todo caminando -y descalzo si se quiere-, en donde no existe el pavimento y que posee ese ambiente de relajo que hace que los que iban por un par de días terminen quedándose una semana o meses. Incluso años.

LA CAPITAL DEL BUCEO

Si bien se tiende a pensar que lugares como las islas de San Andrés o Providencia son los mejores sitios para practicar este deporte, los más de siete centros de buceo que hay en Taganga parecen desmitificar eso.

Marijan Muzinic (46 años, alemán) es dueño de uno de ellos y explica las diferencias: «Si bien San Andrés y Providencia pueden tener mayor visibilidad, en Taganga convive la mayor cantidad de corales y fauna marina de todo el país, lo que lo hace un lugar único y muy especial», afirma convencido.

Morenas, barracudas, peces loros, mantarrayas, peces globo, peces lima y varias otras especies se pueden visualizar con relativa facilidad bajo el mar. Sólo basta tener un snorkel y sumergirse (ni siquiera saber nadar, ya que muchos pueden verse cerca de la orilla).

Para dar con los corales -como los cerebros gigantes o los corales estrellas- hay que ir con alguien que conozca y oriente, ya que si bien hay algunos a los que se puede alcanzar nadando desde la orilla de la playa, los grandes arrecifes se encuentran repartidos por más de quince locaciones y en algunos casos, a profundidades de hasta 40 metros.

Por si fuera poco, la temperatura del mar oscila entre los 21 °C y 28 °C, dependiendo de la época del año, y siempre suele estar muy calmado (tanto así que a veces parece lago).

Además, es el lugar más barato de todo Colombia para hacer el curso de aguas abiertas, que permite bucear en cualquier lugar del mundo hasta una profundidad de 18 metros: los rangos de precios van desde $500.000 colombianos (unos $ 125.000 chilenos, aproximadamente) y consta de seis inmersiones, equipos y materiales. Prácticamente, la mitad de lo que podría costar en Chile.

SABORES DEL MAR
Como buen pueblo pesquero, podrán imaginar cuál es la especialidad del día: pescado frito. Pero acompañado de patacón (plátano cortado en rodajas, algo machacado y bien frito), arroz con coco, ensalada y una cerveza bien helada para pasar el calor (y todo por unos $2.500  chilenos). También es usual que haya langosta, camarones, jaiba y calamares. Por lo que si la comida marina es tu preferida, Taganga es un verdadero paraíso. Y si no lo es, siempre podrás comer en los carritos de la calle, donde encontrarás desde un gran plato de salchipapas (que viene todo mezclado con ensaladas, salsas y queso rallado), hasta las clásicas arepas colombianas (una especie de sopaipilla asada al carbón sobre una hoja de tamal rellena con queso).

Otra cosa que hay que probar sí o sí son los jugos de fruta -en leche o agua-, porque tienen una gran variedad y son mucho más sabrosos que los que se pueden encontrar en nuestro país. Tomate de árbol, mango, lulo y maracuyá, son sólo algunas de las opciones que se pueden elegir. Además de la clásica agua de coco, que se puede encontrar por toda la costa colombiana.

AL RITMO DEL VALLENATO

En la entrada de un pequeño local de abarrotes hay instalados dos parlantes de un metro y medio cada uno, que tiritan al punto que parece que van a explotar en cualquier minuto. Suena a todo volumen un vallenato -una mezcla entre cumbia y ranchera-, mientras algunas personas toman cervezas y agua ardiente en unas mesas instaladas a modo de restorán. La canción ha sonado, a vuelo de pájaro, unas cinco veces en lo que va de día y probablemente, la vuelvan a tocar de nuevo durante la noche. Porque la música no cambia, sólo el escenario.

Es de noche y toda la gente se reparte entre la discoteca Sensation -que lleva su nombre en honor a esa famosa fiesta electrónica en la que todos visten de blanco- y El Mirador -un club en la cima de un cerro, con la pista de baile al aire libre en donde suena el vallenato casi canción por medio y en el que la entrada es liberada.

De pronta, se pone a garuar, pero lejos de aguar la fiesta, lo único que hace es refrescar, la gente que no para de bailar y que junto a los relámpagos que brillan de fondo completan una escena que parece sacada de alguna película norteamericana.

Fuente: http://www.latercera.com/

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