Hace un poco más de cinco años, Esmeralda Álvarez Batiba y Kelly Tejada Jiménez soñaban con convertirse en ingenieras, pero para ellas y sus familias era una meta lejana. Crecieron rodeadas de escasez económica, conflictos sociales y falta de oportunidades, en un barrio humilde erigido el norte de la ciudad, a orillas de la Vía Alterna y contiguo al Puerto de Santa Marta: Villa Tabla.
Pese a ello, estas dos jóvenes de 24 y 25 años, respectivamente, desafiaron un destino que parecía escrito: superaron las adversidades, se aferraron a su perseverancia y encontraron la oportunidad de oro para acceder y permanecer en la educación superior a través de las becas del convenio entre la Universidad del Magdalena y las fundaciones Sociedad Portuaria de Santa Marta y Tras La Perla de América.
Con orgullo y satisfacción, tras la reciente ceremonia de graduación de UNIMAGDALENA, Esmeralda y Kelly llevaron a sus casas los primeros títulos universitarios, pero también se convirtieron en profesionales pioneras en Villa Tabla, lo que marca un hito trascendental al combatir los círculos de pobreza que atañen a este sector.
“A la Universidad le doy las gracias por darme la oportunidad de ser parte de ella. Estar en estos barrios no es fácil”, afirmó Esmeralda Álvarez, quien se graduó como Ingeniera Pesquera impulsada por su resiliencia y el incentivo producto de la sinergia interinstitucional.
Esmeralda considera que el apoyo integral de la Universidad del Magdalena y la Fundación fue clave para continuar el camino hacia su sueño. “Durante toda la carrera no nos dejaron solos”, aseguró con agradecimiento.
Hoy, como un ejemplo para su generación y las venideras, invita a los jóvenes a seguir adelante: “afuera hay muchas oportunidades y hay que saber aprovecharlas. Me gustaría que más chicos siguieran estos caminos”.
Con total certeza, la historia de firmeza de Kelly Tejada también es inspiradora para cientos de jóvenes de Villa Tabla, pues cuando ingresó a la Universidad, fue un ejemplo que motivó a otros a continuar sus estudios superiores.
Ya graduada como Ingeniera Agrónoma le agradece a la Universidad por brindarle “la esperanza de lograr ser una profesional y aportarle a la sociedad”, pues cuando su situación económica no lo permitía encontró en la beca “una de las herramientas principales que necesitaba para poder seguir”.
Ahora Kelly guarda la convicción de que su título universitario le permitirá conseguir un trabajo con el cual pueda brindarle un mejor presente y futuro a su mamá; pero también está llena de ilusión por continuar su formación. “Quiero seguir estudiando, aprendiendo y creciendo profesionalmente”, concluyó con alegría.
Un logro para San Martín
Gracias al convenio, el barrio San Martín de Santa Marta, enclavado al borde de la línea férrea, a un costado de la Vía Alterna y al norte de la ciudad, también celebra la llegada de un nuevo profesional: Rudy Mozo Cervantes, titulado como Ingeniero Industrial, quien para regocijo de su familia se convirtió en el primer profesional de su linaje.
“No tenía las herramientas para estudiar en la Universidad y gracias a Dios se presentó esta oportunidad. Ahora hay nuevos retos, salir adelante, ser un nuevo empresario”, aseguró el joven de 23 años, con pleno convencimiento de que el camino iniciado en la Alma Mater lo inspiró a soñar con instaurar su empresa propia.
Estos tres ingenieros hacen parte del masivo grupo de 1.035 graduados de la Universidad del Magdalena, que a lo largo de cuatro ceremonias dejaron relatos de tenacidad y constancia. Sus sueños materializados y la esperanza que nace en sus familias y comunidades ratifican el compromiso indeleble de la Alma Mater de transformar vidas mediante la educación superior de alta calidad.
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